Es en ese apartamento, sector
Sabaneta en los suburbios de Maracaibo continua la dinámica de vida y la formación
indetenible de cada uno de nosotros; mi madre empleada en una empresa del
sector medios impresos, con horario administrativo que para ese entonces era
desde las 7:30 am a 11:00 am, luego el segundo turno del día laboral, 2:00 pm a
5:30 pm y así consecutivamente cada día de la semana, cada mes, cada año. La
rutina embarga la familia, los periodos son iguales, las vacaciones escolares
transcurren en la casa; ver la televisión. Un solo televisor para la familia,
con turnos para verlo, asumidos sin planificar y mientras alguien estaba
disfrutando de su programa o película favorita otros estaban asumiendo
actividades de siempre: el aseo habitacional, actividades propias de una
familia de clase media. Mis hermanas en actividades oportunas femeninas, mi
hermano en lo natural, en lo que para él era la alternativa de no aburrirse,
siempre en la calle. Esa inclinación callejera le valió en reiteradas
oportunidades castigos que mi padre le imponía o la terapia de la correa que
nunca llegaron a destruir su preferencia de andar y estar en la calle. Yo, en
mis pensamientos y sueños concernientes a la edad, divagando en ideas
imposibles, colaborando con algunos quehaceres domésticos o dejando pasar el
tiempo a través de las quimeras con los ojos abiertos.
Seis personas conforman la familia,
cada quién tenía sus concernientes ideas u objetivos, nunca; que yo recuerde
compartíamos esas ideas a futuro, solo aquellos deseos de ser alguien en el
campo laboral de preferencia, éramos niños, mi madre dedicada a trabajar para
darnos lo elemental de vida; los alimentos diarios y la atención usual:
entregarnos la comida que ella misma preparaba en el poco tiempo que disponía a
la mitad del día y así fue igual en cada comida del día, la mañana para el
desayuno y turnarnos para usar el baño, solo un baño tenía el apartamento, uno
para seis personas con actividades diferentes y dentro de horarios similares.
Era un apartamento de tres habitaciones, sala comedor, cocina lavandería y un
baño. Nuestro mundo en escasos setenta y tres metros aproximadamente de área
habitable: una sala de estar en dónde reposaba un sofá, dos butacas y una mesa
de centro, un televisor blanco y negro, un pickup. De igual forma, la puerta
principal en un extremo, una ventana de metal al estilo rural que abría con dos
hojas sostenidas por una barra de hierro, de algunos dos metros y medio por un
metro cuarenta centímetros, eran las dimensiones de la ventana, para la entrada
de la brisa y la luz, en una de sus paredes colgaba un cuadro de la Plaza de la
República de Maracaibo pintado por un miembro de la familia, la pared de
enfrente colgaba un cuadro común, reproducido en serie y similar en muchos
hogares del país; describía un venado hermoso con gran cornamenta en primer
plano y unas robustas montañas coronadas con nieve en dónde un río atravesaba
en diagonal tan pintoresca escena. En la única ventana de la sala unas cortinas
a todo lo ancho de la ventana; desde el techo hasta el suelo. Paredes pintadas
en color verde retoño, y así el mismo color por muchos años, todas las
navidades como es costumbre: limpiar, pintar, adornar e innovar los pocos
metros de una vivienda que nos albergó por mucho tiempo.
Contiguo a la sala el comedor; una
mesa para seis personas, cubierta con un mantel siempre blanco y sobre él, una
lámina de vidrio grueso del tamaño de la mesa, seis sillas de madera tapizada
en semi cuero color verde grama, el estilo clásico americano, un seibó de
madera, con algunas seis gavetas para la lencería y todo lo que se nos
ocurriera meterle, unas gavetas más pequeñas para los cubiertos, e incorporaba
una repisa de vidrio con espejo al fondo y cerrado con corrediza transparente para colocar copas vaso
u otros objetos culinarios, al lado de la gran mesa una pecera término medio contentiva
de peces multicolores colores, al fondo;
una pared con bloques ventilados del tipo redondo que configuraba todo el
espacio del comedor. Después de un tiempo fue cambiada por una ventana
corrediza de vidrios ahumados y marco anodizado de color dorado. Todo este
ambiente inicial se conectaba con el baño y las habitaciones por un pasillo de
un metro de ancho y cualesquiera cuatro metros de largo, formaba las entradas a
las habitaciones y entrada al baño. Del otro lado la entrada a la cocina,
dimensiones pequeñas y objetos necesarios: una nevera de muchos años que con el
tiempo fue cambiada por una moderna, un gabinete metálico adosado a la pared;
blanco de pocas dimensiones, una puertecilla a cada lado y dos en el centro, en
el interior se dividía con una repisa a favor de almacenar de manera organizada
los víveres u otros alimentos, debajo de este, una mesa de cemento y cerámica
incorporando un lavaplatos adherido a la pared, este ínfimo espacio está
dividido por medio de un tabique ya que al otro lado está la lavandería, muy
pequeña; a duras pena espacio para la lavadora del tipo tradicional, redonda de
una paleta rotatoria y exprimidor de rodillos, una batea mediana y el acceso al
colector de basura incorporado en la pared de uno de sus lados, al fondo una
pared de bloques ventilados con un espacio libre de aproximadamente cincuenta
centímetros, pintadas del mismo color verde retoño. Con el tiempo la pared de
bloques ventilados fue cambiada por una ventana de hojas que abre hacia afuera
y un tendedero para la ropa.
Las habitaciones todas son iguales,
las mismas dimensiones y el mismo color verde retoño. Enumerando cada una se
indica que la principal, la de nuestros padres contaba con la cama matrimonial
un espacio para colgar la ropa y los vestidos, unas mesitas de noche colocadas
a cada lado de la cama, un retrato de Rómulo Betancourt al fondo sobre la
cabecera de la cama, la única ventana:
metálica del mismo tipo de la sala, más pequeña a la mitad de la pared de ese mismo
lado en la parte superior tenía bloques ventilados cuadrados, paredes pintadas
del color verde retoño, sin cuadros o adornos, las demás habitaciones son
iguales en dimensiones y tipo, el mismo color, solo que en ambas habían camas
individuales para cada uno de nosotros, ventiladores de techo en cada
habitación y algunos enseres propios del género. Cada habitación tenía puertas
de madera de color gris machete y en la parte inferior unas rejillas cuadradas
de escasos cuarenta centímetros por lado. Ese fue el mundo familiar en tan
pocos metros de construcción, el edificio o bloque residencial tiene tres
pisos, acceso por las escaleras y barandas metálicas en cada piso, cada piso
dos apartamentos iguales, el diseño popular, nada especial o relevancia
arquitectónica, asemejan cajas rectangulares apilables construidos por el
Estado para la clase media baja, varios bloques o edificios en la misma zona,
el nuestro fue el bloque diez, apartamento C 4, Urbanización Urdaneta. Liceo y
colegio de carácter público en la misma urbanización, bodegas, restauran,
panaderías, carnicería, librería, barbería, clínicas, supermercado, áreas
verdes y plazas propias y diseñadas para los residentes, con acceso al
transporte público, realmente muy cerca para cubrir cualquier necesidad
inmediata de las familias. Todas estas dotaciones comerciales tenían el mismo
diseño a los edificios residenciales.
Las instalaciones de esparcimiento
popular manifestaba una amplia sencillez; caminerías hechas de cemento
rudimentario, árboles sembrados sin determinada simetría, algunas bancas de
ordinaria fabricación y cierta placa que describía el nombre del lugar o el
fulano que le dio la puesta en marcha de la obra, aún con lo popular de la barriada crecimos en completa
tranquilidad, todos nos conocíamos y compartíamos los momentos específicos:
vacaciones escolares, navideñas y uno que otro día de fiesta que nos dotaba del
tiempo para intercambiar con los propios y extraños.
En ese apartamento crecimos, nos
convertimos en adultos y pudimos definir el futuro de cada uno a modo propio.
En lo particular, mi día especial de cumpleaños es también día del pediatra,
día mundial contra la osteoporosis, día internacional del controlador aéreo,
día mundial de la estadística y día mundial del chef, fue publicado El Retorno
del Rey, tercer y último volumen de la saga El Señor de los Anillos, escrita
por: JRR Tolkien, esta trilogía es considerada una obra maestra de la novela
fantástica. Soy el mayor de cuatro, dos hombres y dos mujeres. Me sigue mi
hermana, me sigue tan cerca que hay un periodo del año que tenemos la misma
edad, treinta y ocho días con la misma edad.