miércoles, 23 de octubre de 2019

El clan...




El clan...


Es en ese apartamento, sector Sabaneta en los suburbios de Maracaibo continua la dinámica de vida y la formación indetenible de cada uno de nosotros; mi madre empleada en una empresa del sector medios impresos, con horario administrativo que para ese entonces era desde las 7:30 am a 11:00 am, luego el segundo turno del día laboral, 2:00 pm a 5:30 pm y así consecutivamente cada día de la semana, cada mes, cada año. La rutina embarga la familia, los periodos son iguales, las vacaciones escolares transcurren en la casa; ver la televisión. Un solo televisor para la familia, con turnos para verlo, asumidos sin planificar y mientras alguien estaba disfrutando de su programa o película favorita otros estaban asumiendo actividades de siempre: el aseo habitacional, actividades propias de una familia de clase media. Mis hermanas en actividades oportunas femeninas, mi hermano en lo natural, en lo que para él era la alternativa de no aburrirse, siempre en la calle. Esa inclinación callejera le valió en reiteradas oportunidades castigos que mi padre le imponía o la terapia de la correa que nunca llegaron a destruir su preferencia de andar y estar en la calle. Yo, en mis pensamientos y sueños concernientes a la edad, divagando en ideas imposibles, colaborando con algunos quehaceres domésticos o dejando pasar el tiempo a través de las quimeras con los ojos abiertos.

Seis personas conforman la familia, cada quién tenía sus concernientes ideas u objetivos, nunca; que yo recuerde compartíamos esas ideas a futuro, solo aquellos deseos de ser alguien en el campo laboral de preferencia, éramos niños, mi madre dedicada a trabajar para darnos lo elemental de vida; los alimentos diarios y la atención usual: entregarnos la comida que ella misma preparaba en el poco tiempo que disponía a la mitad del día y así fue igual en cada comida del día, la mañana para el desayuno y turnarnos para usar el baño, solo un baño tenía el apartamento, uno para seis personas con actividades diferentes y dentro de horarios similares. Era un apartamento de tres habitaciones, sala comedor, cocina lavandería y un baño. Nuestro mundo en escasos setenta y tres metros aproximadamente de área habitable: una sala de estar en dónde reposaba un sofá, dos butacas y una mesa de centro, un televisor blanco y negro, un pickup. De igual forma, la puerta principal en un extremo, una ventana de metal al estilo rural que abría con dos hojas sostenidas por una barra de hierro, de algunos dos metros y medio por un metro cuarenta centímetros, eran las dimensiones de la ventana, para la entrada de la brisa y la luz, en una de sus paredes colgaba un cuadro de la Plaza de la República de Maracaibo pintado por un miembro de la familia, la pared de enfrente colgaba un cuadro común, reproducido en serie y similar en muchos hogares del país; describía un venado hermoso con gran cornamenta en primer plano y unas robustas montañas coronadas con nieve en dónde un río atravesaba en diagonal tan pintoresca escena. En la única ventana de la sala unas cortinas a todo lo ancho de la ventana; desde el techo hasta el suelo. Paredes pintadas en color verde retoño, y así el mismo color por muchos años, todas las navidades como es costumbre: limpiar, pintar, adornar e innovar los pocos metros de una vivienda que nos albergó por mucho tiempo.

Contiguo a la sala el comedor; una mesa para seis personas, cubierta con un mantel siempre blanco y sobre él, una lámina de vidrio grueso del tamaño de la mesa, seis sillas de madera tapizada en semi cuero color verde grama, el estilo clásico americano, un seibó de madera, con algunas seis gavetas para la lencería y todo lo que se nos ocurriera meterle, unas gavetas más pequeñas para los cubiertos, e incorporaba una repisa de vidrio con espejo al fondo y cerrado con  corrediza transparente para colocar copas vaso u otros objetos culinarios, al lado de la  gran mesa una pecera término medio contentiva de  peces multicolores colores, al fondo; una pared con bloques ventilados del tipo redondo que configuraba todo el espacio del comedor. Después de un tiempo fue cambiada por una ventana corrediza de vidrios ahumados y marco anodizado de color dorado. Todo este ambiente inicial se conectaba con el baño y las habitaciones por un pasillo de un metro de ancho y cualesquiera cuatro metros de largo, formaba las entradas a las habitaciones y entrada al baño. Del otro lado la entrada a la cocina, dimensiones pequeñas y objetos necesarios: una nevera de muchos años que con el tiempo fue cambiada por una moderna, un gabinete metálico adosado a la pared; blanco de pocas dimensiones, una puertecilla a cada lado y dos en el centro, en el interior se dividía con una repisa a favor de almacenar de manera organizada los víveres u otros alimentos, debajo de este, una mesa de cemento y cerámica incorporando un lavaplatos adherido a la pared, este ínfimo espacio está dividido por medio de un tabique ya que al otro lado está la lavandería, muy pequeña; a duras pena espacio para la lavadora del tipo tradicional, redonda de una paleta rotatoria y exprimidor de rodillos, una batea mediana y el acceso al colector de basura incorporado en la pared de uno de sus lados, al fondo una pared de bloques ventilados con un espacio libre de aproximadamente cincuenta centímetros, pintadas del mismo color verde retoño. Con el tiempo la pared de bloques ventilados fue cambiada por una ventana de hojas que abre hacia afuera y un tendedero para la ropa.

Las habitaciones todas son iguales, las mismas dimensiones y el mismo color verde retoño. Enumerando cada una se indica que la principal, la de nuestros padres contaba con la cama matrimonial un espacio para colgar la ropa y los vestidos, unas mesitas de noche colocadas a cada lado de la cama, un retrato de Rómulo Betancourt al fondo sobre la cabecera de la cama, la única  ventana: metálica del mismo tipo de la sala, más pequeña a la mitad de la pared de ese mismo lado en la parte superior tenía bloques ventilados cuadrados, paredes pintadas del color verde retoño, sin cuadros o adornos, las demás habitaciones son iguales en dimensiones y tipo, el mismo color, solo que en ambas habían camas individuales para cada uno de nosotros, ventiladores de techo en cada habitación y algunos enseres propios del género. Cada habitación tenía puertas de madera de color gris machete y en la parte inferior unas rejillas cuadradas de escasos cuarenta centímetros por lado. Ese fue el mundo familiar en tan pocos metros de construcción, el edificio o bloque residencial tiene tres pisos, acceso por las escaleras y barandas metálicas en cada piso, cada piso dos apartamentos iguales, el diseño popular, nada especial o relevancia arquitectónica, asemejan cajas rectangulares apilables construidos por el Estado para la clase media baja, varios bloques o edificios en la misma zona, el nuestro fue el bloque diez, apartamento C 4, Urbanización Urdaneta. Liceo y colegio de carácter público en la misma urbanización, bodegas, restauran, panaderías, carnicería, librería, barbería, clínicas, supermercado, áreas verdes y plazas propias y diseñadas para los residentes, con acceso al transporte público, realmente muy cerca para cubrir cualquier necesidad inmediata de las familias. Todas estas dotaciones comerciales tenían el mismo diseño a los edificios residenciales.

Las instalaciones de esparcimiento popular manifestaba una amplia sencillez; caminerías hechas de cemento rudimentario, árboles sembrados sin determinada simetría, algunas bancas de ordinaria fabricación y cierta placa que describía el nombre del lugar o el fulano que le dio la puesta en marcha de la obra, aún con lo  popular de la barriada crecimos en completa tranquilidad, todos nos conocíamos y compartíamos los momentos específicos: vacaciones escolares, navideñas y uno que otro día de fiesta que nos dotaba del tiempo para intercambiar con los propios y extraños.

En ese apartamento crecimos, nos convertimos en adultos y pudimos definir el futuro de cada uno a modo propio. En lo particular, mi día especial de cumpleaños es también día del pediatra, día mundial contra la osteoporosis, día internacional del controlador aéreo, día mundial de la estadística y día mundial del chef, fue publicado El Retorno del Rey, tercer y último volumen de la saga El Señor de los Anillos, escrita por: JRR Tolkien, esta trilogía es considerada una obra maestra de la novela fantástica. Soy el mayor de cuatro, dos hombres y dos mujeres. Me sigue mi hermana, me sigue tan cerca que hay un periodo del año que tenemos la misma edad, treinta y ocho días con la misma edad.